Cerca de la medianoche, una trepidación que equivaldría a unos cuantos grados Ritcher se siente en las graderías del Palenque. No es un terremoto, es el fruto de más de 4 mil personas saltando para hacerle coro al tema “Brincan los borregos”.
Tan desmedida como ese brincoteo, fue la euforia desatada este jueves en el Palenque de la Feria ante el influjo de Gloria Trevi, quien como ella misma dijera en algo que ya es un himno, “se soltó el cabello y se vistió de reina” en una noche de lentejuela.
Largo se le hizo al público, que abarrotó hasta lo último el coso gallístico, el retraso de media hora para iniciar el concierto, pues hubo que acomodar no sólo instrumentos y músicos, sino el peculiar escenario con piso de LEDs usado por la Trevi.
Todo se olvidó cuando, enfundada en vestuario mezcla de Barbarella y Bola Disco, Gloria Trevi saltó al aro gallístico con las notas de “Pruébamelo”. Si acaso era reto para que la audiencia demostrara su cariño a la intérprete, éste quedó superado a base de emocionados decibeles.
“Vamos a empezar a recordar nuestros desm…”, incitó la mil vilipendiada y mil veces redimida Gloria Trevi, dirigiéndose a “ustedes que han andado conmigo los caminos del éxito, la desgracia y el regreso”.
Mucho más hábil y definitivamente mucho más convincente con la canción que con su retórica rebelde y algo atropellada de los interludios, la regiomontana empaquetó sus clásicos en un popurrí (“Zapatos viejos”, “La papa sin catsup”, “Pelo suelto”), para después ponerse romántica con temas como “El Favor de la Soledad” y “Me siento tan sola”.
Entregada sin reservas a su público, la Trevi demostró un trato especial hacia los niños, dejándose consentir por los que se le acercaron, y hacia Óscar, un joven con capacidades diferentes al que le cantó unos cuantos versos a capella.
Trevi la loca, la irredenta, la deslenguada, hizo la mejor interpretación de su personaje en el clásico “Doctor Psiquiatra”, con salpicaduras de agua a la gente incluidas, para después dejarle el escenario a sus músicos, que lucieron sus dotes con una selección de temas setenteros.
Tras un cambio de vestuario y de atmósfera, Gloria regresó a escena en onda místico-sobrenatural y look de “Storm” de los Hombres X, con temas como “Psicofonías” y “Tu ángel de la guarda”. Tal pareciera que cantara lo que cantara, provocaba el mismo ardiente entusiasmo entre su feligresía.
“Una de las cosas que más nos chin… no es la crisis, sino el desamor”, dijo en su momento analítico financiero emocional, previo a hacer “El recuento de los daños”, que resultó con saldo a favor, pues a los nueve mil oídos ahí congregados de inmediato les dijo “Recuerda que me tienes a mí”, Siempre a mi.
A veces versión futurista de Paquita La del Barrio, Gloria Trevi acercó el éxtasis con “Cinco minutos”, que se volvió auténtica catarsis con “Todos me miran”, melodía tras la que, cerca de hora y media de concierto y una docena de temas después, hizo su amago de retirarse, el cual concretó tras una promesa: “Mañana”.
Tan desmedida como ese brincoteo, fue la euforia desatada este jueves en el Palenque de la Feria ante el influjo de Gloria Trevi, quien como ella misma dijera en algo que ya es un himno, “se soltó el cabello y se vistió de reina” en una noche de lentejuela.
Largo se le hizo al público, que abarrotó hasta lo último el coso gallístico, el retraso de media hora para iniciar el concierto, pues hubo que acomodar no sólo instrumentos y músicos, sino el peculiar escenario con piso de LEDs usado por la Trevi.
Todo se olvidó cuando, enfundada en vestuario mezcla de Barbarella y Bola Disco, Gloria Trevi saltó al aro gallístico con las notas de “Pruébamelo”. Si acaso era reto para que la audiencia demostrara su cariño a la intérprete, éste quedó superado a base de emocionados decibeles.
“Vamos a empezar a recordar nuestros desm…”, incitó la mil vilipendiada y mil veces redimida Gloria Trevi, dirigiéndose a “ustedes que han andado conmigo los caminos del éxito, la desgracia y el regreso”.
Mucho más hábil y definitivamente mucho más convincente con la canción que con su retórica rebelde y algo atropellada de los interludios, la regiomontana empaquetó sus clásicos en un popurrí (“Zapatos viejos”, “La papa sin catsup”, “Pelo suelto”), para después ponerse romántica con temas como “El Favor de la Soledad” y “Me siento tan sola”.
Entregada sin reservas a su público, la Trevi demostró un trato especial hacia los niños, dejándose consentir por los que se le acercaron, y hacia Óscar, un joven con capacidades diferentes al que le cantó unos cuantos versos a capella.
Trevi la loca, la irredenta, la deslenguada, hizo la mejor interpretación de su personaje en el clásico “Doctor Psiquiatra”, con salpicaduras de agua a la gente incluidas, para después dejarle el escenario a sus músicos, que lucieron sus dotes con una selección de temas setenteros.
Tras un cambio de vestuario y de atmósfera, Gloria regresó a escena en onda místico-sobrenatural y look de “Storm” de los Hombres X, con temas como “Psicofonías” y “Tu ángel de la guarda”. Tal pareciera que cantara lo que cantara, provocaba el mismo ardiente entusiasmo entre su feligresía.
“Una de las cosas que más nos chin… no es la crisis, sino el desamor”, dijo en su momento analítico financiero emocional, previo a hacer “El recuento de los daños”, que resultó con saldo a favor, pues a los nueve mil oídos ahí congregados de inmediato les dijo “Recuerda que me tienes a mí”, Siempre a mi.
A veces versión futurista de Paquita La del Barrio, Gloria Trevi acercó el éxtasis con “Cinco minutos”, que se volvió auténtica catarsis con “Todos me miran”, melodía tras la que, cerca de hora y media de concierto y una docena de temas después, hizo su amago de retirarse, el cual concretó tras una promesa: “Mañana”.
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